Nov 03, 2013 Camilo América del Sur, Argentina, Camilo, Ciudad de Buenos Aires, Columnistas, Con Amigos, Destinos, En Familia, En pareja, Estilos de viaje 2
Hay lugares de Buenos Aires que no canso de recorrer. No sé qué es lo que tienen, pero son un imán. Uno de esos sitios es la Plaza San Martín, un remanso verde entre Retiro y el Microcentro.
Por suerte doy vueltas por la Plaza San Martín bastante seguido. Y siempre me quedo un rato ahí, bajo la sombra de sus árboles, caminando entre sus senderos, esquivando palomas, gente de traje y mochileros.
Cuando digo remanso es porque lo es. Nada más basta meterse a la mitad, bajo ese ombú enorme y uno comprueba que el ruido de la avenida Santa Fe o de los colectivos que suben por la barranca de Maipú ya no se escuchan más.
La plaza fue diseñada por Carlos Thays, hijo del paisajista francés homónimo. Y el tipo le puso ganas al parquizarla: además del ombú, hay palmeras, tilos, gomeros, ceibos y jacarandáes, entre otros. Y hay pasto, claro, por todos lados. La barranca sobre Libertador es un lugar ideal para tirarse a la tarde con un café o un mate y descansar. Esa tranquilidad se interrumpe siempre a las seis de la tarde (¿es a las seis o a las siete?) cuando suenan trompetas saludando a la bandera que bajan en el Monumento a los Caídos en Malvinas que hay abajo. Son muchos los que detienen su marcha y ven cómo, alternadamente, granaderos, guardiamarinas u oficiales de Fuerza Aérea se encargan de comandar el momento solemne. Esos mismos granaderos, guardiamarinas u oficiales de la Fuerza Aérea tienen su lugar de descanso, justo al lado del arenero donde los chicos juegan.
A veces encaro visitas temáticas a la plaza. Una tarde puedo dedicarme a circunvalar el monumento ecuestre de San Martín, que está arriba, y que mira hacia el Ministerio de Relaciones Exteriores y que conecta a la plaza con ese apéndice (yo le digo apéndice) que tiene sobre Esmeralda y Maipú.
Otras, paseo mirando los faroles y las luces. No, no son tan originales, pero por un rato me llevan a otros tiempos. Pero si miro para arriba, por supuesto, miro al Kavannagh, ese tremendo edificio que con su proa al río parece custodiar la plaza. No me canso de mirarlo. Me encanta su diseño.
También miro más allá. Miro a la Torre de los Ingleses (creo que ahora la llaman la Torre Monumental). Y si extendés la mirada vas a ver las grúas de la Dársena Norte, la única imagen del río que le queda a la plaza (alguna vez el río llegó hasta sus pies, dicen).
No me gustan, sin embargo, ni el monumento que hay dentro de la plaza (algo de las batallas de San Martín, supongo, porque en verdad nunca me detuve mucho tiempo a mirarlo) ni el canil para que los paseadores de perros o los dueños metan a sus mascotas, porque afean la plaza con sus rejas y ladridos (soy de la idea de que no hay que tener perros en departamentos).
Dense una vuelta por ahí. No se van a arrepentir.
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Es parte de la historia de la Argentina. Al menos, tiene un párrafo importante...
Comparto tu amor por Plaza Martin. Además vale la pena conocer la historia del Kavannagh. Dicen que fue contruído con esa forma por la Señora Corinna Kavannagh para obstaculizarle la vista a la a capilla la capilla, Sra. Anchorena; vengándose de esta forma de que los Anchorena no aceptaran el romance de su hijo con la niña Kavannagh.
Por otro lado, por la zona están los bares de Buenos Aires que más me gustan: Basa, Skybar, Dada, Florería Atlántico y Barbaro…!
coincidimos con los bares también: el dadá y el bárbaro.